El emperador del momento

Cientos y cientos de libros, peliculas, historietas vaticinaron un futuro lleno de cosas que en realidad no terminaron sucediendo. Puede ser por negocios de los cuales no tenemos consciencia ( o preferimos no tenerla ) o por propia demanda y oferta del ser humano. Aquellos autos voladores y las teletransportaciones quedaron de lado, alejados por una sociedad que demandaba cuestiones más "Reales", dejando esas fantasías para cuestiones de chicos y seguidores de utopías. La realidad demandaba posesión, transportabilidad y conectividad, así llegó a nuestras vidas el emperador del momento, no sólo del momento sino de la búsqueda, de la intriga, de la comunicación y de la gran cantidad de cosas que no necesitamos pero en realidad no estaría mal necesitar o usar, total lo único que perdemos es tiempo o crédito o cuestiones de aire gratuito. El celular dejo de ser un instrumento de los empleadores de empleados de empresas importantes, para pasar a ser algo de utilidad en diferentes edades, desde los más reacios, personas que se criaron en otros ambientes, porque querramos o no, los celulares se hacen para uno solo, nada más egoísta que utilizar un elemento que nos haga reír solo a nosotros sin importar quien está alrededor nuestro. Días atrás en un diario patagónico, se expuso una nota amparada en el uso de medios electrónicos en chicos menores de edad, tras un profundo análisis expone los riesgos de chicos que crecen formando imágenes sin palabras, realizando comparaciones con bebidas cola y su adicción. Todo esto conduce a la falta de comunicación familiar, porque la pantalla apunta a un solo lado. Decrépito inocente quedó el televisor en acusaciones que perdieron su validez, en inquisiciones sobre la cantidad de horas frente a la pantalla. Luego fue la computadora y ahora una pequeña computadora televisión, demandando todo el tiempo atención. Pseudo nuevo tamagochi, sin necesidad de sus necesidades pero resolviendo nuestras necesidades innecesarias, sin olvidar aquellas teorías paralelas de escuchas ilegales en pos de ventas que nunca germinan, fuera de una posible compra más cerca de una ilusión que de la realidad de la billetera llena de limitados billetes. Encolumnados sobre este dispositivo vienen artilleros de distracción, junto a vibraciones o volúmenes demasiado altos en momentos inoportunos. Por lo  que, es una herramienta que a veces se transforma más en nuestro emperador  que en un simple cuchillo. Probablemente llegó el futuro, hace rato, sólo que aquellas fantasías nos encapsulan en burbujas que no se materializan, pero que existen. En animaciones necesarias de ver enseguida, en mensajes innecesarios más importantes que lo que sucede en nuestro entorno, en posesiones personales más importantes incluso que las llaves, y aquellos detractores de la tecnología morirán con móviles que ya no se mueven, pisoteados por lo nuevo, camaleones del momento, de la necesidad imposible de no ser vista, de la realidad de ahora, urgente, mía, del mundo pero mía. Juguete del ego, educador de quien quiera educarse, distractor de la realidad, reemplazante del antiguo silbido o del diario o del libro, porque no importa lo que pase en la realidad lo importante es lo que sucede en la pantalla, fuera de ahí todo es tierra infértil. Sin cánticos pero con besos, se iza alta en el cielo la bandera del celular que nos conecta, más de lo que necesitamos, nos observa, más de lo que necesitamos y nos aconseja, más de lo que necesitamos. Mi emperador, cuanto vales? No vaya a ser cosa que la soledad nos encuentre, solos

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