"Toca mirarse, toca pensarse, toca encontrar esa “verdad” dual que, yo creo, somos."

Algunas de las misiones o efectos del arte, desde sus comienzos, fue concientizar, llevar al espectador a una zona de pensamiento donde la reflexión reine por sobre encima de lo real. El coronavirus hoy es una lluvia que se esparce por toda la superficie y todas las actividades que se ejercen en la superficie que habitamos. De arte y de pensamiento hablamos con Vanina Santoriello, una artista del arte y del pensamiento.


¿ Cómo afecta al teatro o al arte en general una enfermedad como el coronavirus? ¿Afectó directamente tus actividades diarias?

En primer lugar, lo que nos afecta no es la enfermedad en sí. Lo que nos afecta como personas es lo que reflejamos los artistas. Nos afecta el miedo, nos afecta el encontrarnos con nosotros mismos, profundamente. Todos y todas somos personas sensibles y vulnerables en estos momentos, por ende la claridad para crear se desvanece, las plataformas y espacios se nos desdibujan. La seguridad paradigmática que nos daba la rutina se evapora mostrándonos dentro de una sala con espejos que día a día se hace más difícil ignorar. Toca mirarse, toca pensarse, toca encontrar esa “verdad” dual que, yo creo, somos. 
Abyecto, una obra sobre la sombra; nuestra última obra con Manifiesto Camión de Artistas(*); intenta plantearnos esta dualidad. La sombra Junguiana de la que poco se quiere hablar, menos aún: transitar. Y ciertamente si no trabajamos nuestra sombra puede tomarnos por completo. Dejar de lado la banalidad y hacer el camino interno es la llave, creo yo. 
Como artistas por supuesto nos vemos afectados, dentro del campo escénico más aún. El teatro es cuerpo, es el ritual 3D que aún resiste en una sociedad virtual porque es necesario. El contacto, sacudir el reposo de los sentidos es la tarea en escena. Hoy eso se ve sesgado, y sabemos bien qué; aunque transitorio; será de las últimas actividades en “volver”. Entrecomillo este verbo porque creo sinceramente que no vamos a volver, vamos a revivir, repensar, recrear pero no vamos a volver. Y en ese sentido, los artistas tenemos muchas herramientas para transformar esta realidad en obra, en trascendencia. Impregnar más allá de la memoria colectiva este momento histórico, como toda la historia de la humanidad que siempre es la historia del arte. 

Como artista, ¿Qué visión tenés sobre lo que está sucediendo?

Un poco lo que comentaba… es un gran momento de introspección, de evolución no lineal, no productiva. Más bien creativa. La creatividad nace de la necesidad. 
Y la necesidad es motor, es motivación para la acción.
Todo lo que conocíamos como determinado se volvió relativo, el tiempo es relativo, nuestra determinación también lo es; la disciplina, la rutina, el miedo a perderla tiene que ver con el miedo a tomar decisiones propias, anarquistas, creo yo. A ser libres realmente, entender las consecuencias de nuestro accionar y a donde nos dirigimos. Nos despojaron de lo banal insisto, nos queda lo esencial: las personas. Se visibilizan en estos momentos las diferencias, las desigualdades sociales y el poder del miedo. Creo que es un gran momento para hacerle frente, aceptarlo y aprender a tenerlo con la correa corta para transformarlo en motor creativo y en acción.



Hay artistas que están proponiendo exponer sus obras por medios virtuales ¿Lo consideras como una opción?


No. Desde lo teatral, no. Quizás como escritora sí, pero no en lo teatral. 
Todo es virtual, a veces me detengo y veo cómo se nos prepara el terreno virtual a gran escala. Todo pareciera estar al alcance de un “clic”, algo sumamente productivo y adictivo; como la evolución final del sistema capitalista que todo lo convierte en objeto de consumo. El miedo nos mantiene en casa y todas las plataformas virtuales lo hacen posible. Porque el sistema no quiere que piense, no quiere que reflexione, quiere que acate y me “adapte” y sabes que? Yo en esta… no me adapto nada. El teatro es cuerpo, es ritual y punto. Para las pantallas está el hermoso arte del cine; el teatro tambaleó en los años 30´ cuando el cine copto las masas pero nunca fue amenaza real porque coexisten. La fotografía no reemplazó la pintura y las pantallas no reemplazarán el arte del teatro y la danza. 

Muchos artistas han encontrado en la soledad inspiración para nuevas obras ¿ Tenés algunas ideas para nuevas obras o nuevos escritos o nuevas puestas en escena?

Claro, es un grandioso escenario para actuar como escritora, nosotros estamos acostumbrados a estar mirando nuestra sombra y en algún punto a sentirnos aislados creando. 
El aislamiento, nos dio más tiempo digamos… asique estamos co creando con músicos por ejemplo, armando y pensando en las próximas puestas que se vienen.
Yo soy una artista de oficio, obrera… no sé mucho de inspiración sinceramente, yo trabajo y en el accionar del oficio aparece la obra. El arte tiene que hablar de las realidades que nos interpelan, nosotros debemos hablar de esto, somos catarsis y conciencia de minorías sociales. Así lo veo yo, por lo que crear a partir de lo que estamos atravesando es necesario y así lo haremos.


Varias líneas de pensamiento están definiendo este proceso como el nacimiento de un nuevo mundo 
¿Qué propuestas realizarías para un nuevo mundo? 

Ávida lectora de filosofía soy y he leído mucho sobre esta idea… No acuerdo totalmente. Yo prefiero el término “hombre nuevo” más que “mundo nuevo”. 
Claramente hay un cambio de paradigma en puerta, pero dista mucho aún de ser nacimiento. Las revoluciones sociales no son instantáneas y la actualidad está fanatizada con lo instantáneo. La verdad es que lleva tiempo, las revoluciones llevan tiempo porque las hacemos las personas, no los sistemas.
Veo una clara posibilidad de cambio, pero muy ajena a la realidad social que está haciendo lo que puede con el miedo y las normas que un poder “x” nos impone. Elegimos este sistema sin poder elegir, creo que esto puede llegar a sembrar la pregunta… el cuestionamiento necesario para ir gestando un cambio revolucionario, que insisto está lejos de nacer en medio del miedo y la coerción de orden social. Llevará tiempo y trabajo de pensamiento, cosa que no abunda en estos tiempos de distracción e individualismo. Ojalá, palabra que amo, se vislumbre que los que mueven la rueda son los trabajadores y re pensemos un hombre nuevo, responsable y consciente del rol activo que ejerce en una sociedad libre.

Hace unos años participaste en “No dejes de hablarme”, una obra que se presentaba a si misma como “una obra del después” ¿ Cómo imaginas el después de esta pandemia?

En relación a la pregunta específica, es un duelo, claro. Hay un después si transitamos las etapas del duelo en este aislamiento obligatorio. Evitar, escapar no es una opción pero insisto, nos dieron libre y gratuitamente muchas herramientas para hacerlo. Por lo que las posibilidades de salir tal como entramos, existen. 
Por otra parte el aislamiento lo vivimos muy diferente según el territorio, la realidad socioeconómica y las herramientas con las que andábamos antes de entrar. Por lo que el después esta signado una vez más por esta desigualdad.
Sigo pareciendo pesimista, pero creo que la realidad distopica que estamos atravesando obliga a ver la luz y la sombra por igual.
Lamentablemente, en mi territorio la desigualdad es inmensa y la realidad de una economía basada en el turismo con una temporada frustrada antes de comenzar, me determina más en la sombra que en la luz. La rueda de Bariloche gira por muchos trabajadores y trabajadoras con contratos basura, temporarios y en negro. Esa rueda tendrá un después incierto, y esa rueda son muchas familias.
Esa rueda también, somos los artistas escénicos, los artistas callejeros y los artesanos.
Esa rueda me ocupa el pensamiento hoy, donde parece que el tiempo se detuvo, donde todos y todas sabemos que el después será estando entramados, juntos, o no será. 
Ahí la luz, el después comunitario. El abrazo, el recordar que hay que ir al teatro carajo! Que la pantalla no es una mejor opción. El invierno en este territorio siempre fue un momento duro para lograr que la gente venga al teatro, yo creo optimista que después de este encierro el encuentro se hará inminente, sagrado y ritual. Quiero creer que vamos a valorar este calor humano irremplazable, como luego del duelo, cuando uno se percata de lo que tenía después de haberlo perdido. 



La gran conclusión omnipresente de este momento es poder reflexionar sobre donde estamos, de donde venimos y a donde podemos ir, en una realidad que aún no está definida, pero en la cual el arte tendrá su presencia y pertenencia, para ver lo que no podemos ver y para decir lo que no podemos hablar. 

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